Entre todo el ajetreo que la saga Twilight ha provocado, somos muchos los que no queremos escuchar (mucho menos leer) otro libro de vampiros. Nos quedamos con la idea de que toda la literatura vampírica contemporánea va a tener protagonistas tirados a la desgracia, que brillan y que dicen frases que, por muy románicamente oscuro que lo intenten hacer, suenan ridículas.
Pues bien… ¡Ta-Da! Descubrí una saga de Sherrilyn Kenyon por demás interesante (y larga). Todas sus novelas son historias de amor también, sí, pero ella encuentra la manera de hacer que sea emocionante. Sus novelas están llenas de armas, sangre, persecuciones y hombres y mujeres con un cuerpo para morirse (literal).
Kenyon no se conforma con el prototipo de vampiros, sino que inventa su versión: los Dark-Hunters. Son almas que gritan tan fuerte al momento de su muerte cuando sufren una gran traición que Artemisa (sí, la diosa griega) les propone un trato. Ellos tienen que renunciar a su alma y trabajar matando Daimons a cambio de vivir por siempre y tener un último acto de venganza. Kenyon mezcla perfectamente al panteón griego (está Zeus, Hera, Apolo, Perséfone, Hades, etc.) con el panteón que ella misma inventó: el atlante.
Es una saga altamente recomendable, divertida, audaz y con un sarcasmo atinadísimo. Con este tipo de autoras y libros no entiendo por qué la gente sigue pensando que Twilight es la gran cosa.