miércoles, 18 de mayo de 2011

¡Oh, el Salvador!

Mike Resnick hace un maravilloso trabajo en El Germen imaginando (o tal vez prediciendo) no la peor de las época, ni la mejor de las épocas, sino la más aburrida de las épocas (palabras exactas del autor). Y es en este tiempo, cuando la gente pagaría sumas ridículas de dinero por los espectáculos más grotescos, en el que el mesías, el verdadero mesías, decide hacer su aparición en el mundo.


El único problema es que no es ningún humanitario, no es gentil, no hace las cosas por altruismo, sino que es un desgraciado. Se empieza a buscar problemas desde el momento en que llega, provocando a Moore, el mejor mafioso de la ciudad de Chicago. Jeremías (nuestro salvador) le empieza a ganar el terreno en droga, pornografía, armas, etc.
Para acabar pronto, se cumple la profecía que se debía de cumplir, pero se cumple entre los personajes menos esperados y enfermos. Así el antagonista (Moore) llega a sernos carismático, tanto o más que el protagonista y ambos, de alguna extraña manera, hacen de los dos papeles un poco.

Una novela por demás extraña, pero ligera y excelente. Por si un mesías narcotraficante, un antagonista querible y una biblia escrita por una necrófila no fueron suficientes, las últimas páginas del libro (en la que Dios decide abandonar al mundo por un berrinche cuando platicaba con Moore) hacen que éste valga la pena completamente.

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